miércoles, 25 de mayo de 2011

Luz en la noche


La princesa que habitaba en aquellos lugares no era alguien corriente, su predisposición a ayudar a cualquiera que lo necesitara era digna de admirar. Blanca, sólo la leche o la nieve podían acercarse a la perfección y limpieza de su ser; dormía allí, rodeada de aquel fantástico paraje con el unico indicio de vida que proporcionaban aquellos solitarios y deshojados árboles, los cuales no era difícil contar con los dedos de las manos.

Le gustaba dormir, soñar bajo las estrellas, dar vueltas cerca de aquella naturaleza infinita; ese paisaje nevado era lo más parecido al cielo que se podía encontrar en la tierra, y ella habitaba allí, sola y feliz.

Muy de vez en cuando se veían unas huellas, unas pisadas... la buscaban, perseguían su consejo y experiencia. Rodeada por una especie de aura que ciega cualquier preocupación de quien se aproxime a ella... era una magnífica forma de aportar su granito; la gente, las personas se evadían de sus problemas, se sentían felices, una sonrisa se trazaba en sus caras, e incluso, unas gotitas caían de sus ojos, pues tal nivel de felicidad, armonía y plenitud no era ni inimaginable para los que no la conocían.

Poco a poco se iba expandiendo la noticia de su existencia.

Testigos se pronuncian acerca de una joven "milagrosa" (sic) la cual dicen, ha terminado con cualquier problema que tenian, les ha hecho diferentes, e incluso, les ha cambiado la vida.

Cada vez esas pisadas se veían más a menudo, para ella no era un problema, era su forma de ser feliz, ayudar con su gran don; aun no se habían cubierto las huellas en la nieve cuando ya se veían otras, hasta rastro de algunos trineos...

Ella, esa joven, comenzaba a sentirse cansada y agotada tras cada día, pues al igual que no sabía como era capaz de hacer eso, tampoco entendía su agotamiento, cuando lo único que había hecho era estar junto a mas gente.

El cielo azul y blanquecino empezó a tornarse grisáceo, había pequeños tramos en los que aquella capa blanca dejaba ver la oscura tierra; lluvia, incluso.

Un día pensando, apoyada en el tronco de uno de aquellos árboles invernales –su preferido– se sintió sin fuerzas, había estado con más de una docena de personas en los últimos tres días, y no veía con los mismos ojos las cosas, su mirada había cambiado. Sin saber como sucedía empezó a desvanecerse lentamente por el tronco, no podía levantarse, no lo conseguía.

Unas ramas algo secas, un cielo oscuro, una especie de pájaro extraño pasaba por encima, era un helicóptero, si...

Su cabeza calló hacia un lado, tapando el blanco manto con su negra cabellera...sus ojos se desplomaban, su rostro se apoyaba en la superficie; una lagrima, una lágrima brillante... y azul, calló sobre la nieve, la cual cedió ante su poder.



En ese momento las personas de todos géneros, razas y lugares, sintieron una pérdida enorme en ellos mismos, no lo entendían, no comprendían por qué estaban así.

Tiempos grises siguieron a ese instante... nadie veía nada bueno en nada, días tristes y oscuros hacían correr el tiempo, aquellos relojes corrían sin meta alguna, nada tenía sentido.

Cuento esto ya que soy el único que conoce la historia, el único que sabe qué esperar; todos aun sin saberlo, esperamos su regreso, su llegada, su descendiente... algo. Si no, no pasará mucho tiempo hasta que ya nada valga la pena... el gris se convertira en negro, y cual Big Bang inverso, todo desaparecerá, porque ¿qué es un mundo, una vida, una historia sin felicidad? nada.

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