miércoles, 4 de enero de 2012

Eso...


Un día te paras a pensar en el mañana, dónde, cómo, cuándo y sobre todo, con quién.

Abrazar, besar, sentir, amor, alegría, son todas estas palabras que se usan para identificar lo mismo, a esa persona quizás. Yo no hablaría de palabras, hablaría de momentos, ver volar una gaviota, unas relajadas olas en el mar, un amanecer, un anochecer, un sol, una luna, ¿qué más da?, son momentos compartidos. Momentos únicos, pueden ser decenas, cientos, miles, pero únicos, en los que con cada uno puedes escribir páginas y páginas, no de lo que ves, si no de lo que sientes.

Pasear de la mano, sentarse al alba, compartir plato, recorrer juntos calles y calles enormes, escenas bonitas de pareja que nos muestran las películas. Yo reclamo, sin embargo, no esos momentos, si no esa sensación, porque qué más da si no es un paseo por un bosque maravilloso, si no por una ciudad ruidosa, estáis cogidos de la mano. Porque qué más da si no estas viendo el alba desde una alta colina con la naturaleza como orquesta; si no que estáis sentados en un banco, metálico, feo, esperando un autobús que os llevará quien sabe donde, qué más da el lugar, si en definitiva, vais juntos.

Creo en un mar de sentimientos, en olas como sonrisas, en destellos como miradas, en risas como cánticos, en tonterías como estrellas, en roces sinceros como surferos distraídos, creo en ti, creo en nosotros, creo en un infinito azul, donde no alcanza la vista, allí donde vamos a llegar.

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